"Pierdes el 100% de las oportunidades que no tomas"
Wayne Gretzky
Tocar una pieza ante el público es divertido cuando sabes que estás preparado, subirse al escenario con la confianza de que las cosas saldrán bien, tocar con toda tu alma y no solo sonar muy bien sino también sintiendo el “flow”. Y por otro lado están esos días en los que te despiertas en la mañana con ese sentimiento molesto susurrante (o quizás, un grito aterrador) de que no estás listo; de que no has tenido el tiempo suficiente para sentirte realmente cómodo con cierta obra o que no has practicado diligentemente o inteligentemente en el tiempo que tenías. Tocar pobremente en frente de personas nunca es divertido. Y los sentimientos de dudas y fatalidad que nos invaden después de un recital decepcionante tampoco es fácil. Entonces, lógicamente tiene sentido evitar tocar con público hasta que estemos más o menos listos para tocar, ¿verdad? ¿Pero qué sugiere la evidencia? ¿debemos evitar cualquier situación de presión hasta que estemos realmente seguros de que podemos tocar con público? o ¿existen beneficios si tocamos con público incluso antes de que nos sintamos totalmente cómodos? 300 putts Un equipo de investigadores británicos reclutó a 32 estudiantes que no habían jugado golf para que participaran en un estudio de putting. Se les dio una tarea simple de golpear un putt directo (pero cuesta arriba) tan exactamente como fuera posible. A cada participante se le dio 300 tiros de práctica antes de que compitieran para ganar algún premio de carácter monetario. 4 grupos Investigaciones previas han mostrado que podemos reducir las posibilidades de fallar si incluimos un poco de presión en las sesiones de práctica y que podemos realizar tareas complejas en condiciones reales de ejecución con mayor efectividad si sentimos un poco de ansiedad durante el proceso de aprendizaje (el principio de “tocas como practicas”). Pero los autores resaltan que no hay ningún estudio que haya determinado “cuando” introducir dicha presión. ¿Es necesario que la presión esté presente en el proceso de aprendizaje? o ¿es mejor introducirla en la mitad? o quizás ¿justo antes de la presentación? Para separar los efectos del entrenamiento bajo presión en las diferentes fases del aprendizaje, los investigadores asignaron aleatoriamente los participantes a uno de los cuatro grupos. El grupo de control practicó normalmente. Sin presión. El grupo de la ansiedad fue informado que cada putt de práctica iba a ser grabado para ser analizado posteriormente por un golfista profesional y que se les había dado $60 dólares pero perderian $0.20 centavos por cada putt que no entrara. El grupo de control de la ansiedad realizó sus primeros 150 putts de práctica bajo las mismas condiciones de grupo de la ansiedad (excepto que empezaron con $30 en vez de $60), y sus últimos 150 putts sin presión. El grupo de la ansiedad de control lo hizo al contrario - 150 putts sin presión y con condiciones de presión en los siguientes 150 tiros. Una competencia de tiros putt Después de un descanso de 15 minutos, los sujetos participaron en una competencia de 25 putts. Se les dio la puntuación promedio de sus últimos 25 tiros de práctica y después se les informó que podrían ganar $60 adicionales si mejoraban su promedio 15% en los siguientes 25 tiros y además lograban la puntuación más alta de todos los participantes. ¿Cuál grupo logró tirar con mayor exactitud bajo presión? Utilizando el “error radial medio” (la distancia entre la bola y el centro del hoyo) para calcular la exactitud del tiro, los investigadores encontraron que había diferencias interesantes entre los grupos. El grupo de control, que practicó sin ninguna presión, tuvo un desempeño significativamente peor bajo presión (ERM para los últimos 50 tiros de práctica = 342.21 vs. 466.20 para la competencia de tiros, donde puntajes más bajos significan mejor desempeño). El grupo de control de la ansiedad y de ansiedad de control que practicaron con y sin presión tuvieron un desempeño casi igual bajo presión y durante la práctica (341.88 vs. 335.93 and 323.57 vs. 302.09, respectivamente). Y el grupo de la ansiedad que practicó con ansiedad durante todo el estudio, realmente se desempeñó mejor en la evaluación final que durante la práctica (425.88 vs. 300.89). La ansiedad temprano en la práctica vs. tarde en la práctica Por supuesto, no es muy práctico aprender una habilidad con un nivel bajo de presión y tampoco pienso que ayude a la experimentación de expansión de fronteras creativas que es un aspecto importante de la práctica efectiva. Entonces pienso que lo que podemos sacar de este estudio se refleja en el desempeño del grupo de control de la ansiedad. Este es el grupo que comenzó practicando normalmente, sin presión, pero que después añadió presión a los tiros de práctica en el medio. Mientras que experimentaron un bajón en el desempeño durante la competencia con respecto a la práctica, este fue significativamente menor (-54.89) que aquel de los participantes en el grupo de control (-108.96) quienes practicaron sin presión alguna. O como lo describen los autores “entre más los participantes practicaron en condiciones sin ansiedad, más dependieron de la presencia de dichas condiciones para un desempeño exitoso”. Enseñanzas El pedagogo del violín Ivan Galamian dijo una vez con respecto a la práctica, tendemos a hacer muy poco, muy tarde. Pienso que los resultados de este estudio soportan este sentimiento, sugiriendo que esperamos demasiado para adicionar presión a nuestra práctica, realmente nos volvemos más vulnerables a los efectos del estrés y de la presión cuando en últimas tenemos que dar una presentación importante. ¿Pero cómo superamos la molestia de tocar por debajo de nuestros estándares y decidimos tocar nuestro repertorio antes de que esté totalmente listo? ¿Me pregunto si sería de ayuda reformular la manera como vemos estas presentaciones que prueban la presión (grabación de principio a fin, tocar para un amigo, la clase, una clase maestra, una audición de práctica)? Quizás podríamos pensar en ellas como actividades de aprendizaje en vez de actividades de prueba. Como actividades potencialmente incómodas pero básicamente productivas para fomentar un tipo de capacidad mental y motora que solo se puede lograr bajo presión; y no como pruebas a nuestro valor como músicos y humanos. Por ejemplo, el Perlman Music Program incluye conciertos regulares OEP (“Obras En Progreso”) para darle a los estudiantes la oportunidad para ejecutar las obras que están en proceso de aprendizaje pero que están listas para ser ejecutadas de principio a fin en frente de un grupo de amigos y una publico alentador. ¿Los estudiantes se ponen nerviosos? Por supuesto, pero pienso que ese es el punto. Manufacturar un poco de presión pero donde no hay mucho que perder de manera que cuando la presión y la importancia sean más altos, estemos listos para demostrar lo que realmente somos capaces de hacer.
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